jueves, 2 de mayo de 2013

Tengo suerte.

   Pocas veces son las que he dicho la suerte que tengo. Pocas también las que reflexiono sobre mis amigos o más, claramente, sobre la amistad. Creo que es mejor sentirlos, vivirlos, difrutarlos y agradecerlos. 
   Hoy, no obstante, tengo ganas de proclamar y gritar a los cuatro vientos, tengo suerte. Suerte por haber encontrado en mi camino a esas personas que me rodean y que de tanto sentido llenan mi vida. Unos no decididos, ya estaban en mi destino, son familiares; otros no y con ellos sí hay parte de decisión propia en que lo sean. Algunos, no puedo tratar con la cotidianidad que deseara; pudiera ser que otros cuántos, no muchos, necesitara saber o conocer más de ellos. Y los que han de venir para enriquecer el grupo. Muy variopinto por cierto. Me gusta la variedad, me aporta riqueza y amplitud de miras personales. 
   Es curioso que, aparte de tu familia, halla individuos que permanezcan de forma constante en tu vida. Y los hay en mayor cantidad de la que en un primer instante podamos apreciar. Porque hasta los que ya aparentemente se fueron, por según qué motivos o diversas circunstancias, con un poco de retrospección interna aparecen en esas cajoneras del rincón que, a menudo, no miramos y al abrirlas nos sorprende lo encontrado. 
   Tengo suerte y, en gran medida, gracias a vosotros, queridos amigos.

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