domingo, 20 de abril de 2014

Al fin y al cabo, ¿qué es morir o vivir?


   La vida es un carrusel en continuo movimiento, un frenesí constante y acelerado de vivencias, ricas en emociones y sentimientos. Dudo que seamos totalmente conscientes de nuestro propio protagonismo en ella y apelamos al concepto del destino. A menudo pasamos de puntillas por la multitud de instantes que nos depara. Se desliza por nuestra piel y cuerpo, macera lentamente una a una nuestras células, nuestros órganos envejecen. Aparecen sus huellas en forma de delicados o profundos surcos, las temibles arrugas por tanto en cuanto no deseadas, ¿quiénes las invitaron a llegar?..., y no logramos madurar a la misma velocidad o tempo de su devenir. Levemente alcanzamos a apreciar que el tiempo transcurre inefable, impune a nuestra influencia o manipulación. Es inevitable.
   Somos parte de un ciclo limitado en el espacio temporal de lo infinito. Una mínima expresión del todo o la nada ilimitados. Duele. sí, nos duele, no obstante, es el único hecho objetivo implacable. Brutal según se sienta o se piense. Seguramente, tengamos que aprender a vivir observando, gozando segundo a segundo de cualquier momento por nimio que parezca para que no se nos resbale la vida entre nuestras manos sin vivirla. Nos liamos hasta la ofuscación con lo que ha de venir, velando lo que ocurre a nuestro alrededor y en nosotros mismos. Nos perdemos en disquisiciones perennes con las que se nos escapa el presente. El ahora es el luego y, continuamente, lo olvidamos. Después, volvemos a él porque quisiéramos hubiera sido de otra forma  y nos lamentamos, anclados en el pasado. Y entre pasado y futuro, el hoy se mece y se nos pierde. ¿Somos conscientes?
   Despertemos, abramos los ojos al alba, a ese amanecer con el que la vida cada día nos regala. Miremos y disfrutemos como niños lo que como viejos nunca podremos. 

domingo, 13 de abril de 2014

¿Quién es ella?


    De mi pasiva y lejana presencia nutro mi activa imaginación.  
   Una mujer niña danza en un rincón de mi yo onírico. La dibujo, la pienso y coloreo. Buceo en mi intuición y la encuentro. Existe a unos quinientos kilómetros de mi. Respira el aire de una gran ciudad. Con los ojos del alma la observo. Me mira y sonríe en la distancia. 
   Apenas sé unas cuántas pinceladas de su enmarañada existencia, de su vida ajetreada y, aún así, la sueño. Conozco sus desaires, sus lamentos de impotencia, de rabia. Sé de sus quejidos y carcajadas al viento, de todo lo que anhela y lo que su espíritu oculta. De su delicada sensibilidad, ésa que por propia defensa, esta velada para la mayoría, dispersa en los mil pedazos cristalinos de su caleidoscopio personal y que, de cuando en cuando, brota vivaz. Refleja el rico colorido del brillante arco iris de su personalidad. Estremece, influye y afecta. No deja indiferente. 
   Es en esa niña mujer en la que me recreo y compongo el marco pictórico de este momento. El cabello castaño con suave rizo, leves ondas de agua desenfadadas, de media melena al aire y el flequillo libre sobre su frente. Debajo de unas cejas bien contorneadas, sus ojos divertidos, de mirada penetrante y verde; una rectilínea y pequeña nariz, acabada en punta chata, la antesala de sus labios, ni gruesos ni delgados, muy finos tras los que se esconde su boca bien formada. Conocida es la aguda mordacidad de su lengua con según que temas, también el cuido y suavidad que a otros presta. Y lo hace o por antojo o con criterio, siempre, ¡cómo no!, al arbitrio propio.
   Y sigue con sus pasos atravesando mi sueño, un vals en el desierto de mis noches, desnudando en cada uno de sus giros recovecos inefables de mi pensamiento.

domingo, 2 de marzo de 2014

No oír, burbuja de otra dimensión.

   ¿Qué es el silencio?,¿callar o no poder hablar?.... Pues nada parecido, es no oír ningún sonido. El silencio es sordo, inmensamente mudo. Es la nada de cualquier sonido. Algo parecido al vacío de ruidos. Ser sordo es una condición física y una actitud de vida.
   Y digo esto, y lloro porque por unos días no oigo. No sé exactamente que es lo que me ocurre, simplemente tapones, infección, ambas a la vez....no sé. Lo que sí aseguro es la desazón de no percibir la realidad ni comunicarte con ella plenamente. Estar en una burbuja que te eleva, te lleva a otra dimensión, dónde ves gestos, movimientos, miradas, si acaso murmullos lejanos que no llegas a concretar si son reales o imaginarios. Un globo sonda lanzado a tu espectro visual, que te motiva y estimula, que, por reciente, te dispersa, que no sabes descodificar y, sin embargo, con el que convivir no puedes ya remediar.
   A ti dios no conocido de sonido alguno, no abandones mi cuerpo. Permite que mis oídos gocen de todas las notas de este universo. Y a vosotros, sordos del mundo, mi más sentido acompañamiento, ahora más que nunca os entiendo.

jueves, 13 de febrero de 2014

¿ Se acaba la crisis, qué crisis ?

 
   Deambula con pasos cortos, lentos, la cabeza agazapada entre los hombros corvos, las manos temblorosas y la mirada perdida en el tenebroso fondo de las calles desiertas de la ciudad. La noche anuncia tormenta. El azul púrpura del cielo sin estrellas y el gélido viento estremecen sus huesos y erizan hasta el último poro de su piel. Ni el grueso jersey ni el chaquetón logran darle calor. Acelera para buscar cobijo a la vuelta de la esquina y se apoya en el quicio de un ventanal. Sus ojos entreabiertos, sus labios prietos queriendo expulsar el frío de su cuerpo. Levanta la solapa del bolso y saca un cigarrillo. Lo enciende, le es difícil, el aire le apaga en varias ocasiones el mechero. Por fin, una rápida bocanada alcanza a coger la mecha. Aspira profundo y sus pulmones se llenan de humo. Así repetidamente sin parar hasta que se niebla su mente. Se deja caer y los pensamientos se agolpan en su cerebro. 
   Le habían contado, había oído que la crisis estaba remitiendo. Cantinelas de que la recesión se superaba y aparecían brotes verdes, tan imperceptibles que él ni veía ni presentía. Se estaban burlando, se reían a su costa y la de todo su entorno. Un brote de amargo gesto se dibuja en las pequeñas arrugas al borde de su boca. ¡Qué triste y cruel engaño!. ¿A qué crisis se referían?, ¿a la económica, a la de los valores o a la creativa?.  
   Por momentos, se iba sintiendo más mareado, trastornado, en una dimensión desconocida pero en la que aún controlaba sus ideas. No obstante, éstas danzaban libres y alborotadas, sin aparente concierto. Voces lejanas le recordaban épocas en las que cambiar de trabajo, porque el suyo no le agradaba, era una tarea normal. No pasaba apenas tiempo para encontrar otro más adecuado a su desarrollo y actitudes personales. Nadie que quisiera, estaba desocupado. Todos poseían proyectos y creían en ellos. Parecían existir unos valores individuales y sociales claros, sólidos. La estabilidad se antojaba segura y duradera, sin fin. Un escalofrío le recorre de pies a cabeza, flexiona sus rodillas y, en un acto de autoprotección, entrelaza sus brazos a los tobillos. El roce del helado viento en su rostro empapado de lágrimas congela sus mejillas. Se frota contra sus muslos y le alivia, se le escapa un largo suspiro.
   Esta mañana de vuelta de las vacaciones se enteró que la cafetería en la que todos los días comía cerró, no superó las pérdidas y no lograron negociar a la baja el precio del alquiler del local. Otra noticia, la comunidad del edificio de oficinas dónde trabaja, tampoco sus cuentas posibilitaban mantener a los tres porteros y a partir de la semana siguiente quedará uno sólo. Evidentemente, durante años han ido cerrando negocios y empresas de alrededor. Y el goteo sangrante continua cada vez más cercano a él. Eso, sí, la crisis está remitiendo y ya no hay recesión, ya tocamos fondo. ¿De qué hablan, qué quieren decir?
   Llora angustiado de rabia, de impotencia, el llanto entrecorta su respiración. Nervioso, enciende otro pitillo. Se estira y se propone moverse. La lluvia, ahora fuerte, solapa la suya propia, aluviones de gotas de una y otra resbalan por su cara, su pelo, sus manos y sus ropas. Acaba su pena ahogándola en la tormentosa noche. Se dice, mañana, mañana será un nuevo día. Un grito ronco y abrupto rompe el sordo silencio de la soledad de las calles. Camina, lento, sin prisa, jugando con su mente,¡mañana, mañana, un nuevo día!, y en la oscura penumbra se pierde.