lunes, 11 de marzo de 2013

La historia de Pedro IV, de Vandalusia a al-andalus.


Visigodos, es extraño, Pedro intenta evocar algún recuerdo de ellos y en su cabeza se entremezclan con los romanos. No sabe muy bien, cree que se embebieron de la cultura de estos. Nota la llegada de otro personaje, sale de su embelesamiento y se dirige hacia el.

     - ¡¡Hombre!!, a ti te conozco más, ¿qué tienes tu que decir?
     - Soy Boabdil. Mi pueblo penetró al sur de la Península desde el norte de Africa.
     - Estuvisteis ocho siglos entre nosotros.
     - Un sabio médico de mi pueblo dijo una vez:
       ¨Andalucía ha conquistado siempre a sus conquistadores¨,
y eso ocurrió con nosotros, nos conquistasteis. No tuve por menos que llorar al entregar las llaves de nuestra última ciudad.
     - ¿Quién fue ese sabio?
     - Averroes, muchacho.

La actitud del rey de granada, de la dinastía nazarí, era de orgullo contenido, lo que alentó al vándalo para preguntarle.

     - ¿Por qué le quitasteis la 'V' al nombre dado por nosotros a esta tierra, Vandalusia?.

No puede contenerse el romano ante esta irrupción y le espeta con tono ladino,

     - ¡muy gracioso!, pues por la misma razón que tu dejaste de llamarla La Bética.

Furioso por el tono en que le habla, va con agresividad, se interpone entre ellos el árabe.

     - No, no, quietos. La explicación es de lenguaje, nuestra escritura aljamiada no posee la letra 'V'. Es la única razón de su eliminación.

El semblante de Pedro se ilumina, sonríe,
     - Y le pusisteis vuestro artículo, Al ..., Al-andalus.

Al romano le gusta y así lo hace saber, 
     - Suena bien.

El vándalo resabiado aún por la situación anterior reacciona,
     - Ni bien ni mal; simplemente un nombre como otro cualquiera.
     - De verás que eres bárbaro, 
contesta el romano, a lo que inmediatamente, airado y amenazante, grita,
     - ¡¡Oye!!

Esta vez interrumpe el delicado momento, Argoantonio. El tartesso, que habia permanecido largo tiempo en segundo plano, se adelanta. Todos se vuelven a él mientras habla.

     - Bien, bien, sed pacíficos y guardad la compostura que más, que la fuerza, vale la cultura.
     - Anda, sí, si no va a parecer que le doy la razón en lo de bárbaro.

Se separan y se produce un corto silencio. Pedro pasea meditativo y los demás le siguen sus pasos con la mirada. Le arranca de sus pensamientos, Boabdil.

     - ¿Qué piensas, dinos?
     - Precisamente, en tu pueblo, tan importante en la Península y, especialmente, en Andalucía, época de esplendor de los califatos de Córdoba y Granada.
     - Representamos un nuevo estilo de vida. En aquellos años, la romanización en la que os hallabais, os encuadabra dentro del espíritu occidental.
     - ¡Qué ruptura de estilo y esquema de vivir debió ser!
     - Sin duda, en un principio, totalmente cierto. Sin embargo, Pedro, tu pueblo supo asimilar nuestra cultura y nosotros nos envolvimos con el ser de tu hermosa tierra. Y se produjo el parto de una nueva criatura, la cultura arábigo-andaluza, ¡la nuestra y la vuestra!

Se oye un sonido seco y cae la luz. Oscuridad total.

                                                (continuará ..., leer más)
                                                         

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