Fusión de empresas.
Fin de semana.
Por razones, no al caso, me voy a Antequera. Un viernes cualquiera, digamos el pasado. Ya en la estación de autobuses, me dirijo a la ventanilla para sacar el billete y una señora muy amable me indica la máquina. Ahí que me veo mirando una pantalla y siguiendo sus indicaciones. La huella de mi dedo índice se torna un tanto juguetona y no marca. No creáis, estas máquinas expendedoras son muy sensibles. Después de unos minutos de no conexión digital, controlo, suave, necesitaba suavidad, apenas apoyarlo y responde. Una sonrisa brota en mis labios, pillina era eso, no te gusta que te aprieten. Me giro con mi billete, asiento treinta y cuatro, contenta, no muestra precisamente esa emoción la cara del que detrás de mi espera. Bueno, me digo, tampoco he tardado tanto.
Una vez en el andén, la cola para subir. El conductor vende plazas a algunos y, sorpresa, quedamos siete. No cabemos, coche lleno. El pobre hombre nos cuenta y pide a los últimos que vendió que bajen. Se suceden las consabidas protestas, los ya sentados se niegan, nosotros que cómo no vamos a entrar si compramos nuestro correspondiente billete y numerado. Lío tremendo y yo, estupefacta, sin poder creerme la situación. Pregunto a la señora de al lado si esto ocurre habitualmente, la respuesta es afirmativa y además que los viernes peor. Señores, el conductor y la ventanilla no coordinados, no hay información entre ellos. Es decir, super modernos, con máquinas y también personas automatizadas o, mejor, mecánicas. Porque, ¿¡tan difícil es ir de ventanilla a andén o viceversa y que se comuniquen!?.
Increíble y cierto, os cuento. La empresa de autobuses local de Antequera ha sido adquirida por otra mayor hace un año con más escalas, a nivel regional, incluso, con trayectos nacionales. Pues aún no se aclaran entre ellos. ¿Quién lo sufre?, el viajero. ¿Bajo el precio?, no, más caro. ¿Mejoró el servicio?, ejemplo a la vista. ¿Los horarios?, los redujeron, menos frecuencia. ¿A quién beneficia?, lo dejo a su libre albedrío. Eso sí, tenemos máquinas para aligerar la espera, ¿de qué y para qué?, opinen ustedes.
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