En un tiempo, hubo grandes hombres
enarbolando su particular bandera
con frenético fanatismo hasta la muerte,
¡pobres diablillos!, ¡pobre gente!.
En un tiempo, hubo una vida efímera
que satisfacía con sus vanos placeres
la superficie ligera de los corazones,
¡pobre pendones!, ¡pobre plebe!.
En un tiempo, hubo alegres creencias
de que era un soberbio montaje, el mundo,
de lujo, comodidad y civilización,
¡pobre pueblo!, ¡pobres crédulos!.
En un tiempo ..., pero, ¿qué tiempo?.
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