domingo, 7 de abril de 2013

Tirititeros y títeres, el actual circo romano.

    ¡Qué lío!. Puro teatro, títeres danzando para distraer y distorsionar la propia realidad. Y, ¿quiénes son los tirititeros?. Toda la gente, arengada por lo mediático, gritando y con el pulgar hacia abajo como en los antiguos circos romanos. Me parece que el hombre ha cambiado en las formas, el fondo continua igual.  
     Penoso, en pleno siglo XXI, ocupamos nuestro tiempo en llevar a unos cuántos, indiferente el número, a la arena y no sólo disfrutamos con su exposición pública sino que de antemano los condenamos o vitoreamos según el caso. No quiero decir con ello que no hayan motivos suficientes para que muchos sean juzgados y ejecutada su sentencia. No, no seré yo la defensora de lo indefendible. Lo que intento expresar es mi horror a la violación constante de todos los derechos. En primer lugar, a una vivienda y empleos dignos, a una educación y sanidad universales, a una mínima calidad de vida...,¡por supuesto, y lo siento con rabia e impotencia!. Pero también al de presunción de inocencia de cualquiera, sea cual sea su rango, alcurnia o clase social; a la violación de los secretos de sumarios, a la violación de todos y cada uno de los derechos, ¡también de estos!. Quizá, ni están todos los que son, ni son todos los que están. 
   Me abochorna y agobia la impresión de que hay algo muy importante y delicado perfectamente orquestado y no, precisamente, la crisis. Nos jugamos mucho más que un sistema financiero o político, tal vez por eso los ataques a estos y a todo lo institucional. No me refiero a callar las injusticias y a gritarlas para que no ocurran, es otro tipo de ataques, algunos promovidos por la desesperación y otros por intereses ocultos y desconocidos. Una estrategia bien organizada y planificada para destruir el orden establecido. Pero, ¿hacia dónde?, ¿hacia qué?..., no lo tengo claro, mi intuición me alerta de que el resto tampoco lo sabe.  
   Entonces, ¿quién y para qué?. 
   Estamos ante un nuevo campo de minas sembrado por el mundo entero, expuestos al estallido de una de tantas bajo nuestros pies. Las semillas de la siembra son variopintas y puestas en la misma cesta, unas sanas, otras podridas. Me inquieta la aparente perfección de su colocación. Atentos, hay que movilizarse, debemos reivindicar derechos y nuestra libertad. Hagamoslo, sin embargo, cuidado con las formas no valen todas, "el fin no justifica los medios". Porque desvirtuamos el logro del mismo.  
   Es necesario que alguien tenga el valor de decir, "quien no tenga pecado tire la primera piedra" ; alguien que se rebele y eche a los mercaderes, "han convertido mi casa en una cueva de ladrones ¡corruptos!". Es necesario, firme, con valores humanos y con valentía hasta la muerte, pero sin guerras, sin violencia física o moral, amando y perdonando al otro. Porque es un igual a pesar de sus errores, a pesar de sus engaños, a pesar de sus felonías.
   Luchar por mis derechos, por mi libertad, por mi vida no puede ser a costa de otro bajo ningún concepto. Ni tan siquiera porque él antes lo haya hecho. La historia está llena de ejemplos que con la no violencia asimismo se alcanza las metas. Con la violencia se frena la rabia, el desespero, la angustia del momento, no se transforma nada tan solo se maquilla y parchea, veánse las guerras ya acontecidas. Cuando lo aprendamos, tal vez, se acerque el camino de la verdadera convivencia en Paz e Igualdad. ¡Aún hoy que lejos!

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