Pertenecemos a una sociedad que, en muchos aspectos, sus valores están mutando a una velocidad de la que, si bien en que casos, asimilamos, en muchos, no estamos preparados para asumir. Si a esto añadimos un concepto archisabido o mencionado, el de la globalización, la expansión del fenómeno es incalculable y su efecto inexorable. Nos sentimos abocados al fracaso de nuestro propio sistema, y nos preguntamos, ¿hacia dónde vamos?....Es un camino incierto, aparentemente, peligroso y muy volátil, abstracto, con un horizonte no muy claro ni halagüeño.
Y mis ojos cerrados aún, ven otro escenario. Aparecen vagos recuerdos de otros grandes momentos de cambios: de la Edad Media al Renacimiento o, como algunos dan en llamar, Edad Moderna; de la Revolución Francesa a la Revolución Industrial hasta a la actualidad, Edad Contemporánea. No pretendo ser historiador, solo son flashes de momentos históricos que acuden a mi cabeza. ¿¡Cómo los vivieron nuestro antepasados!? ¿tenían las misma sensación de caos que nosotros ahora?
Es curioso cuando menos, que una criatura como el ser humano, para nacer tenga que sufrir tantos cambios o mutaciones en sí mismo, nueve meses en el feto, a los que podemos añadir los del crecimiento y decaimiento posteriores, y, sin embargo, no se habitúe con igual facilidad a otro tipo de cambios, o, sencillamente, al cambio.
Por simplificarlo, ¿¡qué y cómo se siente el niño en el parto!?, ¡¿al mirar por primera vez!?, ¿¡empezando a andar!?....Tanto vivido como colectividad e individualmente y todavía no somos conscientes de que 'cambiar es el motor de nuestra existencia, que los cambios nos enriquecen y hacen madurar siempre: dejarlos fluir sin miedo es crecer'.
Os dejo este modesto vídeo que se me ocurrió hacer.
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