domingo, 13 de abril de 2014

¿Quién es ella?


    De mi pasiva y lejana presencia nutro mi activa imaginación.  
   Una mujer niña danza en un rincón de mi yo onírico. La dibujo, la pienso y coloreo. Buceo en mi intuición y la encuentro. Existe a unos quinientos kilómetros de mi. Respira el aire de una gran ciudad. Con los ojos del alma la observo. Me mira y sonríe en la distancia. 
   Apenas sé unas cuántas pinceladas de su enmarañada existencia, de su vida ajetreada y, aún así, la sueño. Conozco sus desaires, sus lamentos de impotencia, de rabia. Sé de sus quejidos y carcajadas al viento, de todo lo que anhela y lo que su espíritu oculta. De su delicada sensibilidad, ésa que por propia defensa, esta velada para la mayoría, dispersa en los mil pedazos cristalinos de su caleidoscopio personal y que, de cuando en cuando, brota vivaz. Refleja el rico colorido del brillante arco iris de su personalidad. Estremece, influye y afecta. No deja indiferente. 
   Es en esa niña mujer en la que me recreo y compongo el marco pictórico de este momento. El cabello castaño con suave rizo, leves ondas de agua desenfadadas, de media melena al aire y el flequillo libre sobre su frente. Debajo de unas cejas bien contorneadas, sus ojos divertidos, de mirada penetrante y verde; una rectilínea y pequeña nariz, acabada en punta chata, la antesala de sus labios, ni gruesos ni delgados, muy finos tras los que se esconde su boca bien formada. Conocida es la aguda mordacidad de su lengua con según que temas, también el cuido y suavidad que a otros presta. Y lo hace o por antojo o con criterio, siempre, ¡cómo no!, al arbitrio propio.
   Y sigue con sus pasos atravesando mi sueño, un vals en el desierto de mis noches, desnudando en cada uno de sus giros recovecos inefables de mi pensamiento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias, por comentar.