domingo, 12 de mayo de 2013

¡Pues sí, Castro mola!

                  Me gusta el país dónde vivo y nací. 
      En octubre del 2002, el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación diseñó todo un plan estratégico acompañado con campañas publicitarias para la Marca España, pilotado por el Gobierno de la Nación. No me parece mal idea si se quiere mejorar o, al menos, controlar la imagen del país. Máxime en los tiempos que corren en los que medios audiovisuales y digitales acaparan la mayor parte de cualquier proyección internacional, son herramientas poderosas y eficaces. 
      Ahora bien, sólo se trata de herramientas, la imagen existe y lo que hay que comunicar es todo lo positivo que tenemos. Y es mucho. No es que desde que este proyecto naciera la Marca España haya logrado su fin, presiento que hasta ha empeorado de cara al exterior, ni opinar del interior en según que cuestiones. Triste pero cierto. Porque, me reitero, creo que tenemos cosas buenas y muchas. Que, ¿también malas?, por supuesto, como tantos otros países y sólo venden lo mejor de ellos, sobre todo, de puertas para afuera. Son especialistas o, simplemente, más astutos que nosotros. 
      No voy a enumerar aquí qué y cuales, no es el caso. Tampoco seguro el encabezamiento y desarrollo primero del post, quería únicamente mostrarles un hermoso vídeo de un pueblo de una de las tantas zonas bellas de nuestra península. Años ya que no voy, tras unos veinte que la visitaba una vez mínimo cada verano. El vídeo lo pude disfrutar gracias a su autor, Juan Cruce y a una amiga malagueña, enamorada de la villa, que lo colgó en su facebook. Lo relaciono con la Marca España porque somos de un país que, seguro, a poco agudicemos nuestros sentidos y pongamos atención a lo sencillo que nos rodea, encontraríamos lo más rico y esencial del mismo, eso que nunca valoramos y que siempre estará la tierra, las costumbres, el sabor, los valores, la cultura. No son empresas o labores de otros ámbitos económicos, deportivos o sociales, es la raíz de nuestro ser. 
      Es la imagen de un pueblo, un atardecer, un anochecer y un amanecer con una luz muy distinta al mío, una costa acantilada y rocosa de mar brava, tan diferente a la calma mediterránea, unos hombres marineros y sus barcas, los amarres, las redes y las anclas, esos lugareños disfrutando, saltos y entradas a las entrañas de la mar, esa callejuelas empedradas y desconchadas fachadas por el tiempo. Castro y su gente, su iglesia y castillo al cobijo del abrazo eterno entre la mar y el monte. 
      Sí, me gusta el país dónde nací y vivo, todo él y esa es la imagen que quiero dar. Es hermoso, es grande palmo a palmo por toda su geografía. Vean un rinconcito de ella ofrecido por Juan Cruce.

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