El pabellón del Civil.
¿Os mencioné que vivo cerca de tres de los centros del Hospital Regional Universitario de Málaga?
Hago esta pregunta porque es relevante para entender algunos de los personajes que pudiera citar o describir en ciertos post. Especialmente debido al más cercano, a cinco minutos andando los pabellones del Hospital Civil, a poca distancia el Materno Infantil y, relativamente, más alejado el central y conocido Carlos Haya. Es un buen triángulo en cuyo epicentro se encuentra mi domicilio. De esta ubicación, he de agradecer los servicios de urgencias tan a mano, por suerte no necesitados hasta ahora; no obstante, lo que más celebro es el invento del acristalamiento climalit plus, sin él sería insoportable el ruido de sirenas. No sólo por las ambulancias, a medio kilómetro uno de los parques de bomberos de la ciudad y, antes de llegar a él, completando mi periferia, la Comandancia General de la Benemérita. Un buen trajín en más de un día.
Retomo para no perder el hilo y vuelvo al principio. El recinto sanitario del Civil es el dedicado entre otros departamentos a la Investigación básica de Neurología. Tiene internos y un pabellón de psiquiatría. He observado que a los enfermos les deben asignar sus horas de recreo. En esos momentos de asueto, habitual es verlos pasear por las aceras y plaza de mi barrio con curiosos gestos y peculiares comportamientos. Fácil encontrarte en una terraza y que se te acerquen, unos a pedir tabaco, otros a que los invites a algo, o sencillamente, miran y se van. En el transcurso de un rato, pueden pasar calle arriba, calle abajo varias veces y siempre a ritmo lento, pausado y constante, las mismas paradas en los mismos sitios. En general, de mirada perdida, en particular, hablando en su propio mundo con un acompañante mudo e invisible. Puede parecer inquietante, en un primer instante en mi desconocimiento me ocurrió, luego te acostumbras y te son conocidos. Hasta, según que día, hechas en falta al del tic nervioso en la cabeza, ¿estará bien?, ¿le habrán dado el alta?.
No creáis que es a todas horas, una hora a media mañana. Son inocentes y tranquilos, actúan y viven aparentemente no en igual dimensión que la nuestra. Cada vez que coincido con sus salidas y los veo, me pregunto donde estarán, qué pensarán de ellos, de nosotros, de lo que nos rodea. Me recuerdan lo impresionante y desconocida que es la mente humana, me conciencian de que ninguna enfermedad, ninguna, pero, cómo me aterra cualquiera mental. O, acaso, ¿no debería?. Quizá tenga algo, mucho que aprender de ellos.
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