Emociones

No hay nada comparable a pulsar, no ya sólo nuestras emociones. sino las de los demás. Os invito a probarlo.

Imaginad..., esa mañana que os levantáis y os cruzáis con alguien al que saludáis con una abierta y simple sonrisa; esa mirada franca y directa al que os acompaña en el ascensor y, al salir de él, un 'buen día' sonoro; una palabra de aliento, 'vamos, arriba' , al compañero de al lado cabizbajo; un  ¡¿'cómo estás?!  a quienquiera que os rodee....Son acciones sencillas, no conllevan gran esfuerzo pero, por contra, qué gran feedback reportan.

Estamos tan ajetreados y dispersos en nuestro día a día que lo más sencillo, casi siempre lo que en mayor grado nos afecta, lo olvidamos u obviamos.

Y, luego, claro, queremos repararlo porque en algún lugar del cerebelo, somos consciente de que algo ha fallado. Ahí es el punto dónde nos complicamos. Empezamos a pensar qué hacer para solucionarlo. Quiero sentir, emocionarme, que sientan y emocionar, quiero disfrutar de la vida y que disfruten, quiero...., quiero deshacer el entuerto de una espiral de vivir sin estar viviendo o sentir que no viven, Y atrás se quedó una sonrisa no dada, un abrazo olvidado o eliminado porque por un instante lo pensamos, una frase o palabra cercana no dicha porque, ¿para qué? o ya pasó el momento. Y nuestra cabeza se centra en pensar....

Propongo, y ¿si actuáramos dejando expresarse nuestras emociones en sentimientos libres, espontáneos y positivos? ¿perderíamos algo?.

Se trata, no de pasear por el campo, coger una flor, llevarla hasta la nariz, olerla y tirándola decir que que bien huele, sino de bajar hacia ella, aspirar su aroma hasta que nos salga por las orejas y después de abrir los pulmones desde dentro exhalarlo hacia fuera. ¿Nos atrevemos?,  ¿lo intentamos al menos?.

Gracias!!.