viernes, 11 de octubre de 2013

¡Un canto a la vida y al hombre!

   
   Cálida noche en un entorno inigualable, el Teatro Romano de Málaga. Cual libélulas en el mismo Olimpo de los dioses, nos abraza el soplo fresco del dios Eolo y el manto celeste sobre nuestras cabezas. Bajo él, se desata la tormenta por la inocencia de la voluble Pandora, emergen las Erinias de las oquedades más sombrías, sólo los sonidos etéreos de Afrodita atenúan sus males y heridas. Hefesto le acusa de ladrón preponte. Ni Hermes, ni Oceanos calman la sed de justicia de Prometeo.

 
    Subyugados por la desazón y miedo, cantos de dolor y sufrimiento de la mano de Antonio Meliveo. Entretanto, Heracles conquista nuestro corazón con su arco vibrante. Su pulso no tiembla. Nuestra alma vuela anhelante, se cimbrea en la punta de su flecha, lucha por liberar y liberarse del castigo del todopoderoso y dictador, Zeus. Un último aliento mortal abate al tábano implacable y su sangriento banquete, el cruel desgarro de entrañas. Muere la feroz ave. Todos somos, ahora ya libres, Prometeo sin cadenas. Vence Heracles, el Hombre vive y comienza una nueva era.  
   Es el teatro, es la catarsis, el poder de las artes escénicas que nos redime y sana. La creación de una obra que plasma unos sentimientos y anhelos universales, atemporales y totalmente actuales recreados en la antigua Grecia. Evoca valores aparentemente pérdidos, luchas tan arcanas como obvias aderezadas con un montaje audiovisual, una música y una actuación geniales. Un concepto contemporáneo a caballo entre la opereta y el musical. 
   ¡Qué noche, fabuloso. 'Prometheus, cantus ad hominem'! de Francisco Fortuny y dirigido por Juan Manuel Hurtado. ¡Enhorabuena a ellos y a todo el elenco!
    

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