Persecución policial en Málaga.
Muchas películas he visionado cuyas persecuciones y tiroteos espectaculares son habituales, el aderezo más común a su contenido de acción. En la butaca correspondiente he asistido a grandes escenas con coches y motos lanzados a una velocidad vertiginosas. Situaciones inverosímiles de las que salen indemnes éstos e ilesos ellos, sus conductores, siempre y cuando se trate del protagonista bueno, o bien, del malo que ha de vivir para dar sentido a la película hasta el fin. Además, si los efectos especiales son óptimos, suelen ser lo más valorado e impactante de la cinta. Sin duda, apasionante.
Lo que puedo asegurar es que si esto, en lugar de sentada con refresco y palomitas tras una gran pantalla de cine, se hace realidad, lo apasionante se convierte en apabullante horror, en un terror que bloquea. Veréis lo que nos ocurrió a mi compañera y a mi un día camino de casa después de la jornada laboral.
Una vía central de un sólo sentido y muchas perpendiculares, una sí, otra no, de distintos sentidos, hora punta de salida de los trabajos, siete de la tarde, tráfico abundante y denso; de pronto, sirenas insistentes, coches y motocicletas de policía de un lado y de otro...caos total. Los que conducen se paran, unos se apartan, otros no reaccionan, quedan en mitad de la calzada; los viandantes, igual, el que se paraliza en pleno paso de cebra, el de la bicicleta que rápido cruza y se sube a la acera atropellando al del semáforo.
Aterrada mi compañera de viaje en punto muerto, cogido volante y sin marchar ni para atrás ni para adelante. Se oyen unos tiros y fuertes gritos. Lanzo una voz , -¡muévete!, ¡vámonos!-, sin despegar la mirada del frente, Lola, con ahogo me responde, -¿¡ para dónde?!, ¡no quepo por ningún lado!, salen por cualquier sitio...¡¿qué hago?!...-. No hay respuesta inmediata porque resuenan otra vez a pocos metros tiros, varios coches por la perpendicular y motos en paralelo de dónde nos encontramos, persecución policial en toda regla. Desorden, gente tirada en el suelo, automóviles cruzados, ataques de histeria, derrapa y cae un policía, la furgoneta que persiguen continua y disparan para darle el alto, se van por otra calle opuesta a la nuestra. -¡Ahora, Lola, sal, tira , hay que llegar al final de esta calle!-, -¡¿tu crees y si aparecen por algún lateral?!-, -¡tira, Lola!.
No sé cuál fue el tono, no fue controlado, seguro patético como la propia situación, una pesadilla atroz por lo real. Nos fuimos, salimos del lugar y a unos cuántos kilómetros paramos para respirar con el miedo en el cuerpo como compañero, nos miramos y reímos, risas convulsas y desquiciantes igual que la experiencia vivida. Luego supimos por los periódicos que dos personas en una furgoneta se dieron a la fuga de un control selectivo de identificación de vehículos, no se saben todavía las causas, como consecuencia del hecho varios heridos entre policías, peatones y uno de los dos fugados.
Prometo por un tiempo no ver películas que me recuerden el suceso, o, ¡¿sí!, el masoquismo humano.
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