viernes, 22 de marzo de 2013

La historia de Pedro V, Castilla.


   Poco a poco, la habitación en penumbra, aparecen iluminadas tenuamente dos nuevas figuras, un hombre y una mujer. Ella con su doble cofia, la inferior de lienzo blanco grueso, la superior transparente, unidas con ornamentos de pedrería a su pecho por la cruz de Santiago . Viste saya ajustada, de amplias mangas, bordada completa con distintos motivos y en sus manos porta un pequeño libro. El con sus calzas y jubones bajo su capa forrada de armiños y martas. 

   - Por fin, después de numerosas batallas, conseguimos vencer al pueblo árabe, el 2 de enero de 1942.
   - ¡Ay, Fernando, cuánto esfuerzo nos costó!. Ese año 1942 nos cambió la suerte, además se produjo el descubrimiento de América.
   - Isabel, gracias a tu tesón, zarparon las tres carabelas del puerto de Palos surcando los mares hacia un nuevo mundo. ¿Recuerdas?, y otra vez, Andalucía, protagonista crucial de un hecho de nuestra historia. ¡Sus marinos pendones esenciales de ella!.
   - Nunca ha dejado de influir la presencia andaluza en la vida española. Se oscureció un poco su panorama a partir de la Reconquista, sin embargo, no dejó de estar ahí.
   - Sí, Isabel, Andalucía con Sevilla era el eje central del comercio y cultura de entonces. Siglos después, me han contado, valiosa fue su ayuda en la guerra contra los franceses; en su territorio y con sus hombres se cristalizó la Constitución Liberal, la Pepa, ¡viva la Pepa!, gritaban todos en las Cortes de Cádiz. Andaluces fueron hombres como Cánovas o Castelar, políticos de alto rango en pleno siglo  XIX.
   - Y, no olvides, Fernando, la cultura. He leído que sólo entre el XIX y el XX, de esta tierra nacieron al mundo almas de poetas como Bécquer, los Machado, Juan Ramón Jiménez, Lorca, Alberti, Cernuda, Aleixandre, Altolaguirre...
   - Para, para, Isabel....

   Callados se miran, él le ofrece su mano medio alzada en la que ella apoya su palma, dan varios pasos al frente y Fernando dice lacónico,

   - Con todo su situación económica hay que reconocer, era mala.

Con añoranza, voz muy queda, alejándose los dos, Isabel responde,

   - Es una tierra que enamora, con duende y embrujo..., nuestra última voluntad que nuestro descanso eterno fuera en Andalucía.

   Desaparecen, las luces se encienden. Pedro se muestra muy desconcertado.


                                                 (continuará..., leer más)

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