con lágrimas contenidas, brillan.
Dices da igual y tu boca prieta
lanza sonidos secos y mudos.
No hay palabras en tu silencio,
nada alivia el dolor de tu pecho.
Tu rostro, sobre la almohada,
ceñida la fragilidad de tu cuerpo
a la blanca seda de una sábana.
no existe el calor de caricias.
La noche acaba donde tu sueño,
allá, vuelan las mariposas olvidadas
y, en el dintel de la ventana.
la primera gota del rocío ya resbala,
nevada la ciudad y frío en tu lecho.
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